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lacapitaldmp.com En un fallo escandaloso, el “Archie” Solís fue despojado de un inobjetable triunfo y al decretarse empate, Lazarte retuvo la corona minimosca.
Desde hace varios meses y de forma cada vez más frecuente, las tarjetas le han permitido a los púgiles albicelestes conservar sus respectivos cinturones. Recordamos la pelea Aldo Ríos-Saúl Carreón, Domingo Vilpán-José Palma y Carrasco-Bonanni (sin título), por dar sólo algunos ejemplos. Esto, por supuesto, no hace otra cosa que deslegitimar al boxeo argentino y restan credibilidad a los jueces intervinientes en peleas realizadas en nuestro territorio. Sin dudas, esta noche en el club Once Unidos hubo “mano negra” para pesar del mexicano.
A raíz de una primera vuelta equilibrada y con un contraataque veloz e incisivo del marplatense en los últimos segundos, Lazarte ganó el segmento inicial. En el segundo asalto, el ex campeón mundial azteca comandó las acciones con facilidad producto del mayor alcance de brazos, manteniendo al “Mosquito” lejos y sin darle blanco fijo.
Cuando transcurría la mitad del tercero, el “Archi” conectó una certera derecha a la cara y descargó buenas combinaciones al cuerpo frente a un Lazarte impotente y que lanzó en demasía a la nuca. Incluso, en un instante dio la impresión de haber mordido en la oreja al challenger. No había dudas, los nervios le jugaban en contra al argentino.
Solís era el dueño absoluto del combate y por el contrario, el “Mosquito” se desdibujaba. No le encontraba la vuelta al mexicano y le resultaba imposible ingresar en la corta distancia. En este contexto, Lazarte tiró a la nuca y el árbitro Max Parker le descontó un punto. Y al final de este capítulo, el norteamericano aplicó un preciso swing de derecha que desestabilizó al campeón.
En el quinto, Parker le advirtió a Fernando Sosa (entrenador de Lazarte) que no toleraría más incorrecciones de su pupilo. Le decía que intentara serenarlo y que no utilizara más su cabeza cual tercer puño. El planteo táctico del retador era simple, práctico y eficaz: jab, cintura y ráfagas de golpes perfectamente sincronizados.
Acto seguido, el “Mosquito” reaccionó en el sexto y empezó a soltarse paulatinamente. Conectó un muy buen cruzado al mentón e impuso agresividad por primera vez en el match.
Luego de haber regulado energías, el oriundo de Guadalajara retomó el protagonismo y empleando su zurda como un pistón, mantuvo a raya a un Lazarte totalmente fuera de foco, desorientado, irresoluto.
En el siguiente, ninguno de los dos pudo prevalecer sobre el otro. De hecho, si bien Solís (32-2-3,21ko) seguía marcando puntos con su jab y velocidad de piernas, el “Mosquito” equiparó el round con certeros contragolpes al rostro y mentón. Además, el réferi le perdonó a Lazarte otro punto de descuento. Los fantasmas de la descalificación sobrevolaban en el club Once Unidos.
Con muy poco y dentro de un desorden total, Solís se vio sorprendido ante esporádicos arrestos ofensivos del crédito marplatense y perdió la novena vuelta.
Los nervios volvieron a traicionar al campeón y Parker, ni lerdo ni perezoso, llamó a Lazarte y le marcó un punto menos en los guarismos.
La impecable condición física del “Mosquito” (48-9-2,18ko) hizo que este recobrara fuerzas en el undécimo y golpeara a un Solís huidizo y reacio a los intercambios. Por lo consiguiente, un nuevo asalto para él.
En los tres minutos finales, el hombre de Mar del Plata buscó la definición categórica pero careció de puntería. Mientras que el jalisciense, empleó la izquierda en punta y bailoteó hasta el tañido de la campana.
Las tarjetas se hacían esperar y las sospechas de “mano negra” en detrimento de Solís se hacían palpables. Entonces, vino la primer puntuación (113/113) y ya no hubo sospechas. La segunda indicó 109/117 y la última, 113/113. Un atropello absoluto hacia el azteca y los cientos de miles de televidentes alrededor del mundo.
Campeones en el Ring, en tanto, falló 116/111 para Ulises Solís y entiende que la Federación Internacional de Boxeo debe tomar medidas enérgicas sancionando a aquellos hombres que privaron al retador de una victoria irrefutable.