El 8 de enero de 1995, Carlos Roque Monzón, el indiscutible MEJOR MEDIANO DE TODOS LOS TIEMPOS sufría un accidente automovilístico fatal cuando regresaba al penal del barrio Las Flores, en su Santa Fe natal.
En esos días, con 52 años de edad, cumplía sentencia por homicidio culposo por la muerte de su mujer Alicia Muñiz y gozaba de permisos transitorios durante los fines de semana, a raíz de su buena conducta. Restaban catorce meses de condena. Sin embargo, la altísima velocidad que llevaba al morder la banquina – a unos 140km/h – apagaría para siempre la vida de aquél iluminado y temible boxeador.
Atrás habían quedado 100 combates como rentado con 59 definiciones antes del límite, y una lista de apellidos ilustres conformada por once hombres que sucumbieron en siete años de reinado frente al Monzón de los nudillos blindados, el encumbrado rey de los medianos.
Ellos sí que lo padecieron…
Nino Benvenutti (7/11/70 y 8/5/71), Emile Griffith (2 veces), Denny Moyer, Jean Claude Bouttier (2 veces), Tom Bogs, Bennie Briscoe, José Nápoles, Tony Mundine, Tony Licata, Gratien Tona y Rodrigo Valdéz (en dos ocasiones).
Imposible olvidar aquella mirada gélida, penetrante y profunda. Su intachable conducta hacia el entrenamiento, la fineza de su izquierda, su potencia desmedida.
Fue el cuarto campeón mundial de la Argentina, después de Pascual Pérez, Horacio Accavallo, Nicolino Locche. Es que el destino le tenía un sitial reservado. Al querido, aclamado y aplaudido. Sí, aplaudido, CARLOS MONZÓN.
Por Diego Romero.
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